Chicas desnudas y felices

Siempre he sentido fascinación por las chicas, me parecen muy guapas pero no hasta el punto de querer estar con una. Simplemente me atraía y me gustaba resaltar la belleza cuando las veía. Aunque en el fono me daba curioso lo que seria estar con una que se asemejara a mi chica ideal. Yo soy pelirroja, un poco alta y de cuerpo delgado, mis pechos son pequeños, pero ningún nombre se quejos de ellos hasta ahora. Quizás porque siempre he sabido aprovechar mis otros dotes para satisfacer a alguien en la cama. En especial mi boca que sabe hacer cosas que algunos nunca habían experimentado.

Pero a pesar de tener mucha experiencia con hombres, nunca había sentido el tacto delicado de una mujer. Y aunque oportunidades nunca me faltaron no me había animado por temor. A que no realmente no lo sé, pero siempre acababa rechazando cualquier propuesta que tuviera que ver con eso. Un día salimos con un grupo de amigas, y una de ellas llevo una prima que la verdad me parecía muy linda. Ella era bi, y eso se notaba por las miradas que me arrojo durante toda la noche. Pero a pesar de un avance de ella en un momento en que quedamos sola, en el que me invito a que nos vallásemos juntas a «conversar», la verdad que no sentía que todavía era el momento para dejarme llevar.

Sin embargo, todo eso cambio un día en el que estaba a solas en la casa de mí mejor amiga con ella. Ella era pequeña, morena y muy guapa. Además, la había visto desnuda en varias oportunidades debido a que siempre nos cambiábamos en su casa o en la mía antes de salir de bares. Puedo decir que me daba un poco de morbo estar con ella por eso de ser mi amiga, pero también porque alguna que otra vez después de mucho alcohol nos habíamos besado. No uno de esos apasionados ves en las películas porno, sino más bien de travesura y de pasar el rato. Lo que no quiere decir que no fue despertando en mí ese sentimiento poco a poco.

Esa tarde estábamos trepándonos para la noche, íbamos a salir en grupo y nos pasarían a buscar más tarde. Pero aún había un par de horas que matar y no sabíamos que hacer. Entonces lo mejor que se nos ocurrió es ponernos a charla de la vida, y una cosa llevo a la otra hasta que tocamos el tema de los besos. Al principio en modo chiste, en donde nos llamábamos guarras por haberlo hecho, pero al final acabamos tocando el tema de forma mucho más seria. En un momento le cuento mi curiosidad por las mujeres, aunque le aclaro que no era lesbiana, y ella me responde con una proposición. Porque no intentaba besarla de nuevo, pero esta vez con más ganas y a ver que sucede. Si siento algo quizás debería intentarlo con una chica, y si no es solo curiosidad por lo prohibido.

Las dos estábamos sentadas en un balcón y al aire libre, era un día muy soleado y la verdad que hacia calor. No teníamos mucha ropa encima por lo que se podía ver mucho más sé de lo que quisiéramos. Ella se sienta encima de mis piernas, pro eso de ser más pequeña, y toma por la nuca para besarme. Primero fue un simple contacto entre labios, pero pronto comenzó a utilizar la lengua. No era un simple beso, sino una comida de boca que solo una chica puede conocer. Eso me gusto, y mucho, y como no se detenía yo intente seguir el juego. Mientras lo hacía la cogí por el culo como empujándola hacia mí, pero al ver que no me decía nada empece a manosearle las nalgas. Eso fue como una invitación para ella porque inmediatamente metió sus manos debajo de mi camiseta y me toco los pechos de forma muy sutil.

Ya no era un simple beso más sino que ambas estábamos muy calientes, se podía escuchar el gemido de la otra y no pensábamos detenernos por nada.  Al principio esto esta bien, pero yo quería seguir aventurandome en su cuerpo así que le levante un vestido corto que llevaba y metí toda mi mano debajo de sus bragas. Mis dedos estabas en contacto con su culo, pero también en la cercanía de su húmedo chocho que cada vez llamaba más mi atención. Lentamente me fui escabullendo hasta él y conseguí meter uno de mis dedos. Se notaba muy cálido y húmedo, y aunque era similar al mio, me ponía a mil saber que era el de mi amiga.

Hasta ahora no habíamos dicho ninguna palabra, pero era el momento de pasar al próximo nivel y mi amiga lo sabia. Entonces con una voz excitada me dijo que le comiera el chocho, y eso fue algo que me cachondeo mucho. Primero titube ante la idea de hacerlo, pero luego me levante y mientras ella estaba sentada con sus piernas arriba yo me metí entre su chochito. Lo lleva bien depilado, probablemente por si conseguía follar esta noche. Pero lo que no sabia era que su cita iba a ser yo, y que iba a ser el mejor polvo de su vida. Me volvía loca su olor, su sabor, todo, pasaba mi lengua de arriba abajo y besaba sus labios como lo había hecho antes ella con mi boca. Si esto ya me parecía muy caliente, escucharla gemir con lo que lo hacía más.

Cuando estaba en mí mejor momento ella me detuvo y me dijo que era mi turno de sentirlo, e intercambiando posiciones comenzó a hacerlo. Estaba muy mojada mientras me hacía sexo oral, y pareciera que tenia practica en el asunto. Pero no me interesó saberlo, solo quería que continuara con eso tan rico que me hacía. Yo estaba a punto de correrme, entonces tome su cabeza y la empuje más hacia mí. Así comencé a eyacular sobre su boca y su rostro, lo cual no parecía importarle. Finalmente se levanto y me dio un beso en la boca con mis propios jugos. Y como si no hubiera pasado nada me dijo que me prepara que ya iban a venir por nosotras.

A pesar de esto último, ambas sabíamos que gusto tenia la otra, y después de esa tarde ella dejo de ser mi amiga para pasar a ser mi amante lesbiana. Una con la que compartimos mucho más que un poco de sexo oral.